Eduardo González Peña

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"El que cree haber entendido cualquier cosa sobre mí, se ha formado de mí una idea que responde a su imagen" Nietzsche.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Dualidades

Encuentro una dualidad que me permite agrupar el comportamiento de las personas. Por un lado, existen personas que logran armonizar emoción y pensamiento. Son los que pueden pensar con claridad, los que pueden mostrar empatía con el otro y que la relación con ellos suele ser fuente de sabiduría. No son reyes, cristos o moiseses, no importa su condición académica, social o de otro tipo: se trata de personas que hacen agradable pasar el tiempo con ellos y facilitan desarrollar un comportamiento que se ponga en su altura.
Por otro lado se encuentran aquellos que hacen gala de la precipitación en el juicio, que son el claro testimonio de la presencia de prejuicios perceptivos y que generalmente tienen conductas agresivas. El desarrollo de esa agresividad, la forma de expresarla, depende directamente de su cobardía. Por ejemplo pegarle a alguien más débil, nunca a uno más fuerte, o esconderse en la debilidad o reglas formales de conducta, para lanzar todo el veneno que se pueda. Es una agresividad inútil, que solo refuerza la posición antagónica (de existir) o la crea de cero. Desanclados de cualquier cosa que pueda acercarse a la realidad, actúan sobre la base de la existencia de hostilidades, amenazas imaginarias o velos de otros tipos (políticos, económicos, etc.), que poco tiene que con lo está ocurriendo y que da muestra de la poca habilidad del individuo para relacionarse con otros que no sean su grupo de iguales.
Se trata de una polaridad que cargamos todos, pero no todos de forma igual, hay distintos grados que dependen de cuál polaridad tienda prevalecer sobre la otra. La primera posición necesita de esfuerzo consciente y metódico, es un trabajo conjunto entre razón y emoción; mientras que la segunda se apoya solamente en las emociones (negativas).
Con el que lucha por llevar su conducta a la primera polaridad “tierno y humano”, siempre. Con el resto no se puede hacer nada.

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