Eduardo González Peña

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"El que cree haber entendido cualquier cosa sobre mí, se ha formado de mí una idea que responde a su imagen" Nietzsche.

martes, 26 de junio de 2018

Del paladar negro y las viudas

El paladar de un hincha es todo. Nosotros, los de paladar negro, nunca somos viuda de nadie ni nada. No estamos atados a un pasado que ya no es "nuestro", sólo tenemos el fugaz presente y un indeterminado futuro. A los jugadores presentes no le cortamos la cabeza por un idealizado pasado: les exigimos como deportistas de alto rendimiento que son. Y también agradecemos. Gracias Messi! Gracias selección por estar a la altura de la presión del alto rendimiento!

miércoles, 6 de junio de 2018

El arcoíris

Antes del Orden, los Infinitos y el Caos estaban contenidos en una biblioteca. Ella establecía un arcoíris con universos que llevaban a nuevos universos inmunes a los axiomas y la unidad armónica de la lógica.
La biblioteca atraía a bravos exploradores. Cautivados por la irresistible tentación de abrir puertas a nuevos universos y absorbidos por la crisis de la consciencia que se siente impotente para percibir la inmensa realidad subyacente dentro de cada totalidad, se arrojaban a la exploración. Empujados por los siete vientos, armados con arcos y flechas, carros de guerra y terribles cotas de malla perseguían a la victoria, pero ¿cómo procesar percepciones y representaciones para “ajustarlas” de forma que puedan encajar dentro de un molde que le dé sentido al infinito?
Posiblemente su empresa de conquista fuera vana. Sin embargo, el mayor peligro es que estaban siendo asechados por Elohim. Éste se trataba de un infinito celoso de los otros infinitos y se había propuesto una estrategia que le permitiera crear la ilusión de que un infinito no puede convivir con otros infinitos. Para ello disponía de una táctica que consistía en introducir, a modo de regalo, una corona con forma de cuernos en las cabezas de estos valientes guerreros. Una vez posicionada en la testa del guerrero, la corona se transformaba en un sol que cejaba al guerrero sobre la riqueza del Infinito y del Caos. Luego de superar el resplandor, los guerreros quedaban deslumbrados por la sorpresiva aparición de la belleza desnuda de Eurinoma. Ella era la compañera de Elohim y su naturaleza infinita tenía una contradicción: la necesidad de ser la matriarca del Orden. Empujada por la causalidad de esa necesidad asesinaba a los guerreros que exploraban el Caos y el Infinito. Solamente uno de ellos advirtió el peligro y logró escapar al esconderse en el Lucero del Alba.
Eurinoma no contó a Elohim que uno de los guerreros había sobrevivido. La razón fue que no tuvo tiempo. Elohim, envidioso de la condición matriarcal de su compañera, quería ser “el que hace que sea lo que es” y no estaba dispuesto a conceder a Eurinoma la precedencia en la procreación del Orden. Entonces, dispuesto a convertirse en el Ser trascendental y a que le fuera atribuido el Orden, Elohim engañó a Euronima diciendo “somos inseparables ¡deja que nos amemos una vez más!”. Euronima estaba decepcionada por su fracaso frente al guerrero y se sintió subsanada por el amor que le prometía Elohim. Y cuando estaban amándose, Elohim le propuso un juego que consistía en que cada uno fuera atado por turnos a una piedra para que el otro disfrutara de su cuerpo. Ser atado era poner en paréntesis la condición infinita de Elohim y de Euronima. Con ello se encontraban vulnerables y a merced del amor. La matriarca aceptó confiada de quién creía su enamorado. Así, Elohim se ofreció como el primero en ser atado. Luego le tocó el turno Euronima, que escuchó a su traidor amante gritar “soy el que soy” mientras le generaba todo el dolor que produce ser despedazada viva.
Elohim, que no podía procear, juntó las partes del cuerpo de Euronima y fabricó nuestro universo. Pero aún no estaba conforme y entonces juntó la sangre de Euronima con arcilla y creó el primer Hombre y a él le dijo que era su Dios, su Absoluto y la condición de toda trascendencia. El Hombre ingenuamente aceptó la palabra de Elohim.
Pero más allá del Primo Mobile del universo creado por Elohim se escondía el guerrero sobreviviente. Él descendió y conoció toda la miseria del Hombre frente al Caos y el Infinito. Es por ello que se propuso aliviar tanta desdicha al establecerse como el arcoíris a la Ciencia del Bien y el Mal. El Hombre llamó a ése arcoíris "Lucifer", tal vez por provenir del Lucero del Alba o tal vez por poseer la corona resplandeciente con forma de cuernos regalada por Elohim, y todavía hoy es el único camino a las puertas de la olvidada biblioteca del Infinito y del Caos.
Sin embargo, la biblioteca, el arcoíris, los guerreros, Elohim, Eurinoma, el Caos y el Oden, el Hombre, Lucifer y el universo podrán haber no sido.