En alguna parte de nuestra doxa está
escrito que la mercancías deben ser siempre renovadas. Damos como evidente que
los valores de uso se vuelven obsoletos y desconocemos
que el consumo es un hecho político, es decir, dominación y poder. Además,
renovar los valores de uso tiene una función diferenciadora y discriminatoria,
y con ello se simboliza la realidad y se fija significados, construye y
reproduce las jerarquías sociales y son tomadas como señales de ubicación del
agente en el espacio social.
En 1985 compré una caña, sus productores le deben haber proyectado unos 5 años de vida “útil”. Ellos ya proyectaban que la fibra de vidrio maciza quedaría obsoleta frente a la fibra de vidrio hueca. Ellos son, como Creonte, los que fijan la ley que rige la “vida y muerte” de todo valor de uso. Sin embargo, la caña que hasta hoy se llamó “Roja Súper Especial” se cansó de darme satisfacciones. Tal vez la más importante sea que ella le dio a Milito su primer pescado de rio y de mar. Su valor de uso superó todo lo que yo podía sospechar el día que la caña me entró por los ojos en aquel local de la calle Paraná. Ella sabe, como Antígona, que debe morir algún día. Pero eso no va ocurrir mientras de mí dependa. En estos días la reciclé y la rebauticé con el de nombre de “Antígona”. Va a colgar junto a “Garrote” en mi Fortaleza de la Soledad, pero Antígona va a volver pescar.
Sin embargo, la doxa de las mercancías, la ley que rige la vida útil de una caña de fibra maciza y Antígona misma pudieron haber no sido.
En 1985 compré una caña, sus productores le deben haber proyectado unos 5 años de vida “útil”. Ellos ya proyectaban que la fibra de vidrio maciza quedaría obsoleta frente a la fibra de vidrio hueca. Ellos son, como Creonte, los que fijan la ley que rige la “vida y muerte” de todo valor de uso. Sin embargo, la caña que hasta hoy se llamó “Roja Súper Especial” se cansó de darme satisfacciones. Tal vez la más importante sea que ella le dio a Milito su primer pescado de rio y de mar. Su valor de uso superó todo lo que yo podía sospechar el día que la caña me entró por los ojos en aquel local de la calle Paraná. Ella sabe, como Antígona, que debe morir algún día. Pero eso no va ocurrir mientras de mí dependa. En estos días la reciclé y la rebauticé con el de nombre de “Antígona”. Va a colgar junto a “Garrote” en mi Fortaleza de la Soledad, pero Antígona va a volver pescar.
Sin embargo, la doxa de las mercancías, la ley que rige la vida útil de una caña de fibra maciza y Antígona misma pudieron haber no sido.