Ayer tuve la suerte de poder ver, escuchar
y disfrutar de la que fue, es y será la mejor banda de thrash metal: Megadeth. Quiero
agradecer a Justi y Milito que en el día del Padre me regalaron la posibilidad
de llegar a ver a Mustaine y los suyos por décima vez. Evidentemente los dioses
del metal me bendicen.
En esos casi 22 años que me separan de
aquellos míticos conciertos de Obras pude ser testigo tanto de su mejor momento
como de un cierto declive en la filarmónica del Colorado. Pero ayer
sencillamente la rompieron.
Junior, siempre una especie de obrero que
sostiene al todo el resto (como todo bajista que se precie), tuvo una presencia
en el escenario que nunca le había visto, como si asumiera que la banda también
es de él y que lo puede disfrutar. Kiko pasó la prueba de utilizar la pesada camiseta
de Poland y de Friedman como nadie antes. El nuevo batero, simplemente
correcto. Vic Rattlehead finalmente reconoció ser el hijo bastardo de Eddie con
apariciones en el escenario dignas de su padre.
Hubo perlas, de esas que soñaba con
escuchar en vivo y que no se pueden dejar de mencionar, como Rattlehead y Poison
Was The Cure. Y, hay que decirlo y como parece ser costumbre en los últimos
tiempos, hubo algunos problemas de sonido.
Y también estaba Mustaine… la estrella, el
diferente, el que en los primeros ´80 era un jodido músico de heavy mientras
que Hetfield y Ulrich eran niños tímidos. Dave sencillamente la rompió. Tal vez
ya no tiene la fuerza del 94, pero la reemplaza con mayor talento escénico y
con su facilidad para hacer demagogia con sus fans. No faltaron las referencias
al mejor público del mundo, a que todos compiten con nosotros y momentos para
expresar frases en español. La más brillante e improvisada de todas fue cuando
le arrojaron un juego de llaves y él la recogió para decir: ¿Me están dando las
llaves de Argentina, mi casa? Metálica (jejejeje) gloria para el mejor de una
gran generación.
AGUANTE MEGADETH!!!
Dejo un riff de la canción que prefiero de
Countdown To Extinction: Sweating Bullets.