En una parte de Matrix se realizan estas
preguntas: “¿Cómo podrías demostrar que todo esto no es una ilusión? ¿Nunca has
tenido un sueño que pareciera muy real? ¿Cómo sabrías entonces diferenciar
sueño de realidad?”
Ayer mi hijo cumplió siete años y Leonardo Ponzio le regaló su tiempo y sonrisa para sacarse una foto. Ese semidiós que volvió a River unos mes después del nacimiento de mi pibe. Era el tiempo de la noche que retornó a los riverplatenses a nuestros humildes orígenes. Leo, jugando bien o mal en un deporte colectivo, siempre fue capaz de dejar de lado el egocentrismo y la necesidad de ser admirado. Demostró su temple de líder cuando no los había en la dirigencia y ni en el cuerpo técnico; cuando había que tolerar como nunca el destructivo poder de los medios y el morbo de los que consumen ese estiércol. En un gran mar de basura, Leo nunca se mostró como “único y especial”, y siempre evitó actitudes y comportamientos arrogantes. Hoy, al ver la foto y estar a unos días de un partido histórico, me pregunto si todo lo que ocurrió en estos siete años (con las cumbres de esas tres eliminaciones a Boca que nos dieron cinco títulos internacionales y uno nacional) es una ilusión, si no fue parte de un (hermoso) sueño que tuvo como protagonista a Leo y a otros o si fue real. Todavía no encuentro el prisma que me permita diferenciar el sueño de la realidad y, tal vez, no quiera encontrarlo. Gracias eternas Leo!
Ayer mi hijo cumplió siete años y Leonardo Ponzio le regaló su tiempo y sonrisa para sacarse una foto. Ese semidiós que volvió a River unos mes después del nacimiento de mi pibe. Era el tiempo de la noche que retornó a los riverplatenses a nuestros humildes orígenes. Leo, jugando bien o mal en un deporte colectivo, siempre fue capaz de dejar de lado el egocentrismo y la necesidad de ser admirado. Demostró su temple de líder cuando no los había en la dirigencia y ni en el cuerpo técnico; cuando había que tolerar como nunca el destructivo poder de los medios y el morbo de los que consumen ese estiércol. En un gran mar de basura, Leo nunca se mostró como “único y especial”, y siempre evitó actitudes y comportamientos arrogantes. Hoy, al ver la foto y estar a unos días de un partido histórico, me pregunto si todo lo que ocurrió en estos siete años (con las cumbres de esas tres eliminaciones a Boca que nos dieron cinco títulos internacionales y uno nacional) es una ilusión, si no fue parte de un (hermoso) sueño que tuvo como protagonista a Leo y a otros o si fue real. Todavía no encuentro el prisma que me permita diferenciar el sueño de la realidad y, tal vez, no quiera encontrarlo. Gracias eternas Leo!
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