A veces resulta muy difícil encontrar palabras para describir situaciones concretas, en especial las que refieren a los niveles más internos del yo. Puede que con mucho esfuerzo, armado de una serie de ideas, utilizando de forma conjunta unos cuantos enfoques y con ayuda externa, se llegue a dar forma a una descripción coherente. Normalmente se trata de un proceso que implica irremediablemente romper con la inmovilidad que genera la mirada autojustificadora del sentido común, esa comodidad de pensar el “mundo” como simplemente dado, y supone arrancar el embotamiento de la sensibilidad. Entonces interrogar(se) es entrar en dinámicas que no podemos prever de forma acertada y completa, y que ofrece más desconsuelo que satisfacciones. Pienso que esa dificultad para obtener gratificaciones luego de tanto esfuerzo, es que es un tipo de “conocimiento” que no se puede compartir, como le pasó a Víctor Frankenstein, por lo que tiene algo de trágico.
Cortita y al pie!!! ��
ResponderBorrar